Ortega ofrece a China el proyecto del canal interoceánico de Nicaragua con una nueva ruta
El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, ofreció este lunes a China el proyecto de construir un canal interoceánico por el país centroamericano, está vez con una nueva ruta en la que, en vez de atravesar el Gran Lago o Lago Cocibolca, pasaría por el lago Xolotlán o de Managua.
El mandatario nicaragüense presentó la nueva ruta durante la XVII Cumbre Empresarial China-América Latina y el Caribe, que se celebra en la capital nicaragüense con la participación de 250 empresarios chinos y 70 delegados de diferentes países latinoamericanos.
En su exposición, Ortega dijo que el canal de Panamá está presentando problemas con el agua en cuanto a su fluidez, "o sea, la capacidad para que puedan pasar los barcos", lo que hace que el tránsito marítimo sea más lento y que muchas embarcaciones tengan que esperar por días con productos y mercancías, "y no hay alternativa".
"Debería haber una alternativa y la alternativa la tenemos aquí en Nicaragua y ahí se la muestro. (...) Son estudios que se han venido haciendo desde hace mucho tiempo y hay una ruta más corta que pasa por el lago (Xolotlán o de Managua)", indicó el dirigente sandinista.
La nueva ruta partiría de un puerto que se construiría en Bluefields, la principal ciudad de la Región Autónoma del Caribe Sur, pasaría por la parte norte de Nicaragua, por el lago Xolotlán, y saldría por el puerto Corinto, en el Pacífico.
EE.UU. también estaría interesado
"Ustedes -dirigiéndose a los empresarios chinos- saben que cada día es más complicado el paso por Panamá y bueno, esta es la alternativa", insistió.
A juicio del mandatario, "hasta empresarios norteamericanos estarían interesados en invertir en ese canal, porque hacen enorme negocio y necesitan de un tránsito fluido por las vías marítimas".
Ortega hizo ese anuncio el mismo día en que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) condenó al Estado de Nicaragua por violar diversos derechos de los pueblos indígenas en el marco del proyecto de canal interoceánico que sería desarrollado por una empresa china, del cual no realizó una consulta previa a las comunidades ni estudios ambientales.
En mayo pasado, el Gobierno sandinista, con el aval de la Asamblea Nacional (Parlamento), revocó la concesión para construir un canal por el país a la empresa Hong Kong Nicaragua Canal Development (HKND) Group, del polémico inversionista chino Wang Jing, que incluiría dos puertos, entre ellos el de Bluefields.
El antiguo sueño de Nicaragua de construir un canal interoceánico que permita el paso de grandes buques entre el Caribe y el Pacífico, así como el proyecto de construir los puertos de aguas profundas -que no han despegado después de 12 años-, están ahora en manos del Estado, y, según opositores, Ortega se lo ofrecerá a su nuevo aliado: la República Popular China.
El proyecto que atravesaría el Gran Lago
El primer proyecto canalero promovido por Ortega fue aprobado por la mayoría sandinista del Parlamento el 3 de julio de 2012, y un año después la concesión de construcción y administración fue entregada a la empresa HKND Group por un período de 50 años, prorrogables por otros 50, sin embargo el mismo fue revocado 12 años después.
El canal por Nicaragua, anunciado como "el mayor proyecto de ingeniería civil en la historia" de la humanidad, uniría el mar Caribe con el océano Pacífico, atravesaría el sur del país de este a oeste, con una vía húmeda de 278 kilómetros de longitud.
El canal, cuyo ancho sería de entre 230 metros y 520 metros, con una profundidad de hasta 30 metros, partirá desde la costa pacífica de Brito, en el suroeste de Nicaragua, y llegará a la desembocadura del río Punta Gorda, en el Caribe, tras atravesar el Gran Lago en 105 kilómetros, según el plan oficial.
Incluiría dos puertos, un aeropuerto, dos lagos artificiales, dos esclusas, una zona de libre comercio y complejos turísticos y hoteleros, entre otros.
Ortega, que ha reconocido que no fueron los sandinistas quienes tuvieron la idea de esa vía húmeda, sino que fueron los estadounidenses y los británicos desde mediados del siglo XIX, no ha renunciado a ese antiguo sueño, cuya viabilidad continúa siendo cuestionada por ambientalistas, opositores y por los números.